viernes, 18 de abril de 2014

Ensayo sobre la ceguera

Parte Primera

Aprovecho el título original de José Saramago para escribir, en parte, en contra de algo en lo que él cree, y porque encaja a la perfección en mi discurso escrito.
El diccionario de la Real Academia Española, que insisto, debería llamarse Real Academia de la Lengua Castellana, define, en su tercera acepción, la palabra "ceguera" como "alucinación, afecto que ofusca la razón". Entonces, como resultado, una persona ciega o cegada (más adelante se entiende por qué es más adecuado el segundo término en este ámbito) es alguien con una habilidad de razonamiento ensombrecido por algún factor exterior, o mejor dicho, alguien que no puede hacer uso de la razón.
Símbolo de esto puede ser una bombilla dentro de la caja donde es distribuida: si no se saca de la caja la bombilla no brilla. También podemos plantearlo de otra manera, algo parecido a la paradoja del gato de Schrödinger: dentro de la caja la bombilla puede estar o no alumbrando (imagínese un campo electromagnético que le hace funcionar sin necesidad de cables) y no lo podemos saber sin alterar el entorno, lo cual alteraría todo, pero en todo caso solo alumbrará el limitadísimo de la cajita. Entonces, ¿para qué queremos una bombilla que no nos alumbra? Yo no lo sé; que me contesten los que sepan; los curas quizá. O no, los curas no porque saben de qué va la cosa; los creyentes sin rango alguno dentro de la mundialmente aceptada y poco cuestionada secta de la iglesia. Los capuchinos de Semana Santa también son buenos candidatos para responder (si alguno lo quiere hacer no tiene más que dejar un comentario aquí debajo), porque ellos se ciegan doblemente, por el mantel y el cucurucho que llevan encima.
No robes, no mates, quiere a Dios por encima de todo, obedece fielmente (si eres mujer, doblemente), confiesa tus pecados ante el cotilla del párroco de turno para pedir el perdón de Dios, pórtate bien, obedece, sé moderado, pásalo mal en esta vida que en la siguiente serás recompensado y no arderás en las eternas llamas del infierno, obedece, no comas tal tal día, no te masturbes, no hagas el amor más que para concebir hijos, no uses anticonceptivos, ¡no abortes!, órdenes, órdenes, órdenes...
Todo esto hace que el ser humano se vuelva ajeno a sí mismo, se aliene, y lo deja sin voluntad, lo exprime, lo controla. Y a esto yo le digo: ¡No! O mejor aún, ¿por qué? en mi opinión ser ateo no es otra cosa que ser "teo", creyente, ya que como el mismo substantivo marca, un ateo necesita creyentes para poderse negar ante ellos. No. Tenemos que buscar otra palabra para nominarnos y de paso cambiar un poco la forma en la que se "enseña" la religión (como lo más cercano a mí es el cristianismo hablo de él, por la comodidad y por conocimientos), porque yo, siendo una persona que no se ha criado en un entorno cristiano, conozco bastante bien cosas que no debería, porque esto a lo único que me empuja por mis no-creencias es a hacer lo contrario que dicta esta doctrina, con lo cual dependo de ella (ateo); pero la verdadera negación de las creencias sería no saber ni un ápice de ellas, ya que así cuando uno desarrolla un pensamiento es completamente libre, no solo por la postura ante tal o cual, sino por el mismo hecho de tener una postura acerca de eso. Me cuesta expresarme, pero creo que si el lector lee pausada y concienzudamente lo anterior me entenderá (otra cosa es que opine igual).
Para aclararlo mejor: si tienes un pensamiento X en tus conocimientos y quieres desarrollar tu propio pensamiento o ideología, hacer -X es contradictorio, ya que si lees un libro del revés solamente se pierde tiempo. Hay que romper el molde que ese X deja en nosotros. No leas otro libro ¡escribe el guión de una película!
Continuamos con el ¿porqué? que dos párrafos antes se introduce. ¿Por qué un señor que lleva un enorme gorro extra-falario (por el aspecto y por la visión del sexo y lo que lo rodea en el mundo del cristianismo) que da aburridas letanías en la casa del señor (que, todo sea dicho, es muy "gore" por el hecho de tener la imagen de un moribundo colgando y torturado en todas partes) me impone una ética y yo tengo que acatar sus órdenes sin saber su origen? Caesar non est supra grammaticos. Y de paso: Sapere aude!
Imagen aparecida este año en los periódicos
Soy suficientemente humano, aunque a veces demasiado (Menschliches, Allzumenschliches), como para razonar y ser independiente, y desarrollar una ética autónoma. No puedo dejar que me droguen o me cieguen; porque la religión es algo, se quiera o no, impuesto (puesto que nos adoctrinan desde niños y además, cuando ya se está dentro de esa logia, te imponen cosas, "cosas Nazis" -¡Ay Angela, democristiana!-). Se usa para controlar masas: Die Religion (...) Sie ist das Opium des Volkes.
Tenemos que emanciparnos de la religión, en todos los planos posibles. Pero también del fútbol, la televisión, la economía, la "política", la ideología... y un sinfín de eslabones de esta cadena (que además, no conocemos todos los eslabones, al menos yo, porque no somos conscientes de ello).

Parte Segunda

Aprovechamos también la conexión de este tema con estas gloriosas vacaciones de las que "gozo" para poder escribir esto: Semana Santa. Aparte de denunciar que es una imposición (porque nosotros, ¿qué celebramos?, ¿qué sentido tiene que esta semana sea diferente, y por lo cual, mejor que las demás?) me gustaría analizarla, o más bien, ponerla a parir (aunque no me parece que esté muy bien empleada esta muletilla: parir es una "bendición" y no un "castigo divino").
Al pasear y ver un solo elemento que altera el orden de las cosas, un altar con un JC en lo alto, me altero y me incita a gritar: ¡Ojalá llueva y este ser no pueda ser visto más! Esta reacción no es solamente cuestión ideológica ni visceral, sino que humanista y racional.
No entiendo como siendo tan civilizados, modernos, evolucionados, "mejores que los de otras razas inferiores" e incluso críticos e inteligentes (como algunos muchos dicen) gran parte sigue sin cuestionarse tradiciones cuestionables y que tienen un mensaje tan claro. Yendo más allá, o sin llegar a ello, del religiosismo, no es comprensible como un grupo de "alborotadores"(tengamos en cuenta que ellos utilizan esa nomenclatura muy a menudo para ciertos casos) se esconda tras unas sábanas (que recuerdan a "la triple K") y alce, alabe, cante, haga visible a todos y adore a un ídolo a ojos de todo transeúnte y haga un espantoso ruido de tambores e instrumentos de viento metálicos variados para llamar más aún la atención.
El universo no merece ver otra vez el tallado de un buen hombre (que si existió, fue judío, y una gran persona pero no como quieren hacerle ver) al que le salieron como pulgas ciegos seguidores (cambiando sus palabras) que provocaron una de las mayores tragedias y enemigas de la humanidad: una religión, que además se volvería la dominante en el mundo entero. La humanidad ha sufrido mucho con las religiones, sigue sufriendo y esperemos que no sufra mucho más. como para obligarla a ver su mayor enemigo de nuevo, y con un trato que no merece.
Sufro yo más al ver llorar a esa gente porque un simple orvallo no les permite adorar públicamente a su antiguo ídolo. Lloro yo más que ellos, no porque no salga a la luz semejante engendro, sino porque veo lo mal que lo pasa la gente, y esto es triste. Además, me entristezco más al pensar en porqué lloran: unas insignificantes gotas que el "todopoderoso" no puede controlar (o sí, y no quiere que desfilen) les impiden llorar de la emoción al sacar de paseo a unos ídolos.
Esto se da en contados casos pero es terriblemente triste. Ese fervor religioso no hace más que limitar las capacidades personales y las de los demás, porque lo más corriente en una casa de cristianos es que los hijos e hijas de ese matrimonio sean adoctrinados en ese pequeño y agobiante espacio vital que deja la religión para las personas, el justo para respirar. Sacan a sus hijos (menores de 10 años casi todos) vestidos con harapos viejos y caminando al tétrico y sombrío ritmo que los tambores y las desafinadas y discordes trompetas marcan, sin saber, seguramente, los niños que eso no es ni obligatorio ni lo único que hay en este mundo ("gracias a Dios").
Parece que esta semana es una competición y gana quien más niños cuente entre sus filas (en Bilbo han sido los negros como más adelante se describe). Nunca se me olvidará la triste y graciosa imagen que el día anterior al "Jueves Santo" pude otear (porque estaba en el mirador del salón que da a la plaza de Santiago, en mi atalaya, contando las tropas conquistadoras): una cofradía, los que van de negro, iba en compañía de dos columnas de patosos niños que todavía tropezaban con el suelo, agarrados a la capa del que tenían delante suyo para no desviarse. Esa imagen me recordó que en "Haur Hezkuntza" íbamos a todas partes así, y relacioné en seguida la super-religiosidad y la escuela, la educación. Al menos aquí no hay esa pasión común por las procesiones, pero en España, sobre todo en el sur, tienen a una mayoría marcada por siempre ideológicamente. Porque la educación y la teología influyen sobremanera en la ideología personal, y por consiguiente, en el sistema en el que vivimos, políticamente  un sector (el conservador en este caso) se garantiza cierto poder.

Parte Tercera

Que alguien sea religioso no me importa, lo que me importa es que ese alguien cierre escotillas y se encuadre en una postura, sin hacer nada más que lo que le ordenan. Pero más me importa que se eduque en la religión: si alguien quiere ser religioso porque le parece lo que le parezca, que se haga su voluntad, pero si quiere, sin ser influenciado por nada exterior al elegir. También los que han sido educados en estos entornos retrógrados dirán que ellos quieren serlo y que lo quisieron desde siempre; pero díganme: si no hubieran sido educados tal y como lo fueron, ¿seguirían ustedes queriendo ser como son? Lo más probable es que no, pero si alguien que desde su niñez no ha tenido contacto alguno con este mundo y lo ve interesante, que se haga miembro de la iglesia, adelante. Elección propia, sin influenciar por nada, ni nadie (en ese entorno). También yo les digo que se equivocan, pero allá ellos. Por esta razón no son ciegos los dogmatizados sino cegados.
Si fuera así el resto de humanos también cambiaríamos nuestro mundo, porque los moldes que antes hemos nombrado serían eliminados y no habría ninguna predisposición. Pero dejemos de "demonizar" la religión, porque otros tantos opios "más fumables" para la visión de la sociedad acaban saliendo ilesos en proporción, y cada cosa tiene su turno.

Aclaración de "cosas Nazis":

 

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